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Tritium: a contracorriente desde el corazón de Cenicero

2 de enero de 2024

Bodegas Tritium ha captado la atención en larioja.com. A continuación, os ofrecemos el artículo que destaca nuestra presencia.

Francisco Rubio (Cenicero) y Javier Fernández Salinas (Tricio) fundaron Bodegas Tritium en el año 2005. Contaban con un patrimonio diferencial, nueve hectáreas de viñedo de más de 90 años salvadas de la 'quema' de la corriente industrializadora y, sobre todo, con los arrestos para sacar adelante un proyecto creativo y singular. «Vendía uvas a una bodega, pero me daba pena ver cómo no se seleccionaban y con Javi, que sabía más de números, decidimos emprender Tritium», explica Francisco Rubio, el 'Largo' en Cenicero, en referencia a su complexión física.

Tanto el 'Largo' como Javier tuvieron claro que tenían que hacer algo distinto y aprovechar el potencial de los viejos viñedos: «Nos pilló la crisis del 2008 y, teniendo todo preparado para construir una nueva bodega, decidimos optar por rehabilitar un calado histórico de Cenicero, donde hoy elaboramos unas 16.000 botellas especiales de esas nueve hectáreas de viñedo». Tritium vinifica además sus vinos más convencionales de alquiler en otras instalaciones, pero entrar al calado de Cenicero es como hacerlo a una sala de innovación revestida de piedras sillares del siglo XV, con ánforas de diferentes materiales –incluso anforitas de porcelana que han enterrado en la costa mediterránea–, fudres de diversos tamaños, barricas abiertas, huevos de hormigón... «El 80% de nuestro negocio está en la exportación y gran parte del resto en el enoturismo, con mucho cliente extranjero que nos llega de San Sebastián, por lo que siempre tuvimos claro que había que ofrecer cosas distintas, pero basadas en la identidad y el 'terroir' de nuestras mejores viñas», confiesa Francisco Rubio.

La cata

El viticultor de Cenicero presenta el próximo martes 3 de mayo (20 horas, en el hotel Gran Vía), una cata de microelaboraciones especiales, menos de mil botellas en casi todos los casos, de una bodega pequeña, pero con 20 referencias: «Llevamos 16 años trabajando a 'media jornada', doce horas al día, con lo que no nos queda tiempo más que para dormir y comer, así que gastamos poco...», indica el 'Largo' entre risas.

La cata comenzará con Garnazuelo 2019, acrónimo de garnacha y mazuelo, que son las variedades de este vino, que forma parte de la gama –también limitada– de mayor rotación de Tritium: «Las dos variedades conjuntan muy bien, porque son muy opuestas». Tritium El Largo Graciano 2015 es otro concepto, con el apodo del propio viticultor porque está hecho a imagen y semejanza: «Es de un viejo viñedo de graciano y también de una finca de una hectárea que planté en 2007». «Solo hemos elaborado este vino en 2009, 2010 y 2015 porque quiero un graciano supermaduro, de 15 grados, que no todos los años lo consigo en Cenicero». Así, El Largo es resultado de un exhaustivo trabajo de viña, donde Francis aclara y luego corta por la mitad los racimos para 'engañar' a la cepa y concentrar al máximo el fruto.

Una cabezonería, que implica muchas horas en el viñedo, y que el viticultor lleva al extremo con el siguiente vino: Tritium Mazuelo 2019. «Tengo una viña de 100 años y llevo diez haciéndole perrerías, quitando racimos, deshojados precoces e incluso quitando raíces para reducir el vigor», relata. «En el 2017 conseguí lo que quería –continúa– y en la cata vamos a probar la siguiente añada, la 2019, que son apenas 600 botellas».

Dos blancos

La tanda de tintos concluiría con Matiz 2018, la primera y única participación del tempranillo en la cata, aunque Tritium también lo trabaja con otros vinos: «Matiz es una ánfora de tempranillo, junto con una barrica de garnacha y otra de mazuelo, que ensamblamos tras la crianza». «Me flipan las ánforas –prosigue– porque ofrecen la fruta sin maquillaje alguno, pero al tiempo dan vinos muy redondos por la microoxigenación».

Como broche final dos blancos, dos conceptos borgoñones al estilo Tritium. «Me encantan los blancos de larga guarda, pero con una presencia de madera menos protagonista que en los Riojas tradicionales», dice. Dualis 2018 combina tempranillo blanco con garnacha blanca y, para su crianza, Francis optó por la madera de acacia «que usan en Borgoña y da un matiz leve a madera y distintivo al vino, hasta el punto de que las añadas 2016 y 2017 el Consejo Regulador descalificó el vino argumentando falta de tipicidad». «No sé si para los catadores Rioja es López de Heredia o es Contador... En fin, el caso es que decidimos embotellarlo como vino de mesa e incluso lo vendemos tres euros más caro», ironiza.

El que sí pasó la Calificada fue el último vino de la noche, Tritium Esencia Blanca 2018, un vino naranja de viejas viuras y malvasía criado exclusivamente en ánfora. «Este sí que es 'raro'», avanza entre risas. «Está nueve meses en un ánfora que compramos en Italia, con sus pieles para conseguir una ligera oxidación y luego le añadimos una barrica de tempranillo y garnacha blanca».

Fuente e imagen: https://www.larioja.com/culturas/tritium-contracorriente-corazon-20220428220410-nt.html